The Mesmerist and Mathias

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miércoles, 15 de octubre de 2014

El kafkiano derecho penal

La correcta fluidez del derecho penal, cuantas veces se trastoca sutilmente por los intereses de poder implícitos en un proceso. Los habrá, pero no hay porque torcer las reglas de juego. Así, quien invoque con razón un error de tipo, una causal de atipicidad por falta de creación de riesgo o cualquier otro concepto de la teoría del delito confeccionado por la doctrina con la paciencia necesaria para decantar en estudios lo pensado en años, muchas veces chocará con la imponente fuerza del Estado acusador o juez, que han decidido antes del juicio condenar al adversario, y que desoirán las buenas razones para acabar con la incertidumbre del reo. La politización del proceso suprime la supuesta neutralidad del derecho, y la dinámica del litigio, se vuelve en ese contexto una cuestión de mero trámite, un espacio "kafkiano"por donde se desliza el poder avasallador que quiere imponer su verdad. Sendos memoriales eruditos e implacables, brillantes intervenciones en audiencia pública, rugidos de fiera que buscan defender una teoría del caso, aquello que se considera "justo": he aquí la labor del litigante cosificada, neutralizada y burlada. La corrupta actividad del operador judicial, sin duda es otro factor que perturba esa buena fluidez del derecho, esa leal contienda en franca lid, ese deseado devenir del derecho penal en el cual la técnica dogmática y probatoria fluyen sin interferencias ajenas a la misma juridicidad. Falsos testigos, sentencias vendidas al mejor postor y procesos manipulados para favorecer a la contraparte, son algunos de los numerosos problemas que padece la administración de justicia penal en estos tiempos. Me llena un aire de pesimismo, pero es preferible mil veces asumir la actitud de quien predica con la palabra y el ejemplo, que mirar impávido un estado de cosas inadmisible, o peor aun, seguir como borrego el ambiente torticero que quiere imponerse. En la cátedra, la universidad debe formar en valores para la profesión jurídica; en las firmas, los avezados deberían (si no han sido ya "contaminados"), formar a sus pupilos en dignas prácticas legales. El conocimiento se forja con la disciplina, pero los valores afloran en la familia y en la escuela, y una familia o una escuela corruptas desde sus cimientos, solo proveerán mediocridad, superficialidad e injusticia a la sociedad. Que la educación en general y en su dimensión universal es la base del buen ejercicio, no me cabe la menor duda.

No se trata de dejar la astucia litigiosa (ésta nunca será la corrupta artimaña); se trata de ejercer correctamente como juez, abogado, fiscal o secretario. Que la disputa por la verdad en el proceso penal sea leal, digna y transparente, creo que debería ser la consigna; pero nada mas extraño y perjudicial a ese ideal, que dejar en el camino el decoro, la lealtad, la honestidad, el respeto por el otro y sobre todo, la dignidad humana del procesado.

 

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